Veinte años después, vestida de blanco algodón, caminó de nuevo entre los atrayentes campos de lavanda, mientras recordaba a esa niña feliz que se rebozaba entre las flores y se impregnaba de su aroma al atardecer.
Pensó que desde entonces, algunas cosas habían cambiado, y ahora al entrar en casa, nadie podría reñirle por haberse roto el vestido y manchado de barro sus zapatillas nuevas.
Colocó sobre la única sombra cercana, la cesta con su recolecta y le nació una sonrisa traviesa. Detuvo el tiempo y comenzó a bucear por un inmenso y florido mar violeta, que perfumó sus recuerdos.
Veinte años después, vestida de blanco algodón, caminó de nuevo entre los atrayentes campos de lavanda, mientras recordaba a esa niña feliz que se rebozaba entre las flores y se impregnaba de su aroma al atardecer.
ResponderEliminarPensó que desde entonces, algunas cosas habían cambiado, y ahora al entrar en casa, nadie podría reñirle por haberse roto el vestido y manchado de barro sus zapatillas nuevas.
Colocó sobre la única sombra cercana, la cesta con su recolecta y le nació una sonrisa traviesa. Detuvo el tiempo y comenzó a bucear por un inmenso y florido mar violeta, que perfumó sus recuerdos.